Límites en cuarentena – Pediatría Palermo

niñoenojoPoner límites, todo un desafío, sobe todo en estos días de aislamiento obligatorio en los que pasamos la mayor parte del día todos juntos en casa.
Padres y madres se encuentran sobrecargados, y los hijos, hastiados. Flexibilidad, empatía, contención, respeto y amor, son clave en estos días.

La crianza requiere AMOR, TIEMPO, ESTABILIDAD, TOLERANCIA y FLEXIBILIDAD PARA ADAPTARNOS (entre otras tantas cosas).

La información, la búsqueda de recursos y el desarrollo de algunas habilidades, suelen poner orden y ofrecen tranquilidad a los padres para desarrollar una crianza más relajada y menos angustiante.

¿Qué nos pasa en cuarentena?

Producto del aislamiento por la cuarentena ante la pandemia de coronavirus, la vida de los niños se ve afectada y surgen limitaciones. Según la psicóloga Mariela Cacciola, los niños pueden encontrarse en momentos de extrema sensibilidad que hace que se enojen con más intensidad en cuanto aparece un nuevo límite en su vida cotidiana que “rebalsa el vaso”.

“Les pasa a ellos y nos pasa a nosotros. Son momentos que requieren extrema paciencia y quizás ser más flexibles y contemplativos que en otra ocasión”, explica.

Mariela invita a reflexionar sobre la idea de “poner límites”: “Siempre se nos dice que como mamás y papás tenemos que saber poner límites. Pero, ¿qué significa? ¿Los adultos tenemos que inventarlos? ¿Tenemos que frustrar a nuestros hijos intencionalmente? No. Estas ideas nos desorientan, nos enfrentan y nos distancian de nuestros hijos, sus necesidades y de sus deseos”.

Según la psicóloga, los límites existen y aparecen con el crecimiento de los niños cada vez que no pueden acceder a lo que desean. Como consecuencia del encuentro con ese límite, ellos generalmente se enojan, se frustran y lo expresan de diversas maneras. Mariela propone darle una vuelta a esto y pensar que no necesariamente los estamos «imponiendo», sino que los comunicamos y acompañamos. “Así, cada vez que aparece un límite, nuestra función es trasmitírselo al niño, contenerlo y lograr que esta situación se convierta en un aprendizaje para él. Esto nos acerca a nuestro hijo, y sus límites, en lugar de alejarnos”, explica.

Empatía y respeto, claves

Según Mariela, las claves para poder comunicar los límites son la empatía y el respeto. “Antes de pensar qué les vamos a decir, y cómo lograr que entiendan aquello que no pueden hacer, necesitamos empatizar con lo que les sucede y ponernos en su lugar. Como adultos tendemos a minimizar estas situaciones. Nos cuesta mirar con ojos de niño y pensar qué es lo importante para la infancia, entender por qué se enojan, por qué lloran, por qué no entienden y por qué son tan insistentes. Nos cuesta porque nuestra infancia quedó muy lejos, y porque seguramente a nosotros tampoco nos han validado. Por eso es fundamental respetar y validar sus deseos y emociones”.

La psicóloga diferencia que validar no significa acceder, y que eso dependerá de cada situación: “Muchas veces no podemos acceder a lo que quieren, pero siempre podemos transmitirles que los entendemos”.

Límites dinámicos

Otra manera de poder comunicar los límites es conocer los de nuestros hijos y a ellos mismos. Según Mariela, los límites son personales y dinámicos, y cada uno y cada familia tiene los propios. Conocer a nuestros hijos implica pensar qué le está pasando en un determinado momento para poder acompañarlos mejor.

“A los niños les pasan cosas. Ellos son muy sensibles y sus reacciones y comportamiento se ven afectados por muchos factores. Algunos son del momento, como pueden ser sueño, hambre o aburrimiento. Otros circunstancias familiares, que pueden ser discusiones en la pareja, llegada de un hermanito o conflictos entre los hermanos, etc. Y también factores del entorno: como puede ser cuestiones escolares o en este caso la situación de aislamiento que estamos viviendo”, clasifica.

La psicóloga hace hincapié en que es muy difícil que los chicos puedan expresar lo que les pasa con palabras y, por el contrario, lo manifiestan en sus actos, enojos y comportamientos, y queda de nuestro lado poder comprenderlo.

“Tenemos que centrarnos en la comunicación, que implica reconocer que estamos frente a otra persona que necesita explicaciones y entender los motivos de aquello que no puede. Necesita que pongamos palabras a la situación, que irá incorporando a su tiempo y con su desarrollo. También podemos buscar alternativas para resolver los conflictos, por ejemplo: crear acuerdos, hacer que ellos se sientan parte de las decisiones y anticiparles las situaciones”.

Cómo acompañarlos cuando se frustran

Para la licenciada es importante que tengamos en cuenta que la capacidad de comprensión de los niños se irá desarrollando, y que no siempre podrán entendernos. Según la profesional, esto requerirá de un largo proceso de aprendizaje para poder internalizar los valores y las pautas.

“Somos los adultos los que debemos trabajar nuestra propia tolerancia a la frustración, y no pretender que el niño haga caso y comprenda al instante y en todas las oportunidades. Muchas veces, por más paciencia que le tengamos y explicaciones que le demos, el deseo de ellos es más fuerte, y no podremos evitar que manifiesten su malestar o que se generen conflictos”.

Para Mariela, cuando se frustran y se enojan es fundamental que nos sientan cerca y sepan que pueden expresar sus emociones: “Podemos contenerlos, abrazarlos, consolarlos y validar sus sentimientos. Decirles ‘te entiendo’ alivia, calma, y hace que se sientan comprendidos. Y el límite estuvo igual y apareció, pero nuestra función como mamá y papá es estar cerca de ellos para contenerlos porque es cuando más lo necesitan”.

El disciplinamiento no es una alternativa

La abogada especializada en perspectiva de género, derecho de las familias y niñez Rocío Otero asegura que vivimos en una sociedad atravesada por la herencia de un sistema adultocentrista, que en algunos casos aún arrastra prácticas de crianzas autoritarias, que en el pasado legitimaban el castigo -generalmente físico- como forma de límites, obediencia, educación y lección.

“El chirlo, los gritos, el zamarreo, el tirón de oreja y la humillación son las formas de maltrato más visibles. También hay otras menos perceptibles, como la falta de atención a las necesidades emocionales (no responder de manera sistemática al llanto de un bebé o niño como forma de aprendizaje y/o lección). La responsabilidad maparental es protegerlos y garantizarles un desarrollo y formación integral basados en el respeto como sujetos de derechos”.

Por supuesto, en la actualidad estas prácticas están prohibidas. Los malos tratos y cualquier hecho que lesione física o psíquicamente a los niños son denunciables y pueden tener consecuencias legales: «El respeto es un derecho, no una elección. Se trata de criar sobre las bases del respeto tratando a los niños como otro ser humano», resume la abogada.

Rocío explica que llevó muchos años reconocer a los niños, niñas y adolescentes como “sujetos de derechos” y derogar el artículo de nuestro Código Civil que legitimaba el derecho y el poder de corrección. “El nuevo Código ya no habla de patria potestad porque no hay poder en la estructura familiar, no habla de tenencia ni de guarda, porque a un hijo no se lo tiene ni se lo guarda, sino que se lo cuida, y también prohíbe el castigo corporal en cualquiera de sus formas».

Ante la revolución de emociones y desafíos que propone el aislamiento, Mariela concluye: “Los adultos también estamos sobrecargados, agotados y con el ‘vaso lleno’. También debemos ser empáticos con nosotros mismos y tener presente que siempre hacemos lo mejor que podemos con las circunstancias que nos rodean. Ser madres y padres implica enfrentarnos con situaciones para las que no estamos preparados y nos tenemos que formar en el mismo momento que ejercemos nuestro rol. Tenemos que permitirnos transitar el camino de la maternidad y la paternidad desde la exploración y desde el aprendizaje entendiendo que crecemos como mamá o papá junto al crecimiento de nuestros hijos”.

(Fuente: Clarin
https://tinyurl.com/y247tnfx)

 

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