Con el comienzo del otoño llegan los días frescos y casi instantáneamente aparecen los mocos en los chicos. En algunos su presencia es ocasional, pero en la gran mayoría son “eternos” y están presentes durante meses, generando ciertos inconvenientes en los más chicos y muchos “rezongos” en los padres. En teoría, representan un mecanismo de defensa del organismo en el intento de neutralizar gérmenes y otros agentes agresores, pero en muchos casos pueden generar molestias y algunas complicaciones. Veamos…
“SON TRANSPARENTES, COMO SI FUERA AGUA…”
Las vías respiratorias (desde la nariz hasta los bronquios más finos) están tapizadas por células que cuentan con dos herramientas para “frenar” las agresiones físicas ( frío, humedad), químicas (humo, hollín), o biológicas (virus, bacterias, hongos): el mucus (para nosotros, el moco) y las cilias, que son “pelitos” ubicados en la superficie celular, que al moverse barren la mucosidad desde el lugar de origen, en dirección hacia la garganta para facilitar su eliminación.
Inicialmente el moco suele ser transparente, casi cristalino; con los días se va espesando y se opaca, tornándose blanquecino. Si se desarrollan bacterias, se torna amarillo/verdoso, se espesa aún más, endureciéndose , siendo más difícil eliminarse.
En el caso de los chicos alérgicos, existe habitualmente una producción exagerada de mucosidad (casi siempre acuosa) que se genera sin ningún estímulo aparente (“siempre anda moqueando”). Esto sucede porque tienden a responder en forma excesiva, amplificada; que lejos de beneficiarlos, en muchas ocasiones los perjudica.
“DE NOCHE CASI NO LO DEJAN RESPIRAR…”
La presencia de mocos en los chicos, es casi una constante, sobre todo en los más pequeños que van a guardería o a jardín, y hacen su “experiencia inmune”, al contactarse con muchos de los virus que existen. Su sola presencia, y aún su persistencia, no debe alarmarnos, pero en ocasiones, causan ciertas molestias como ser el tener muy mal aliento, generar inapetencia y hasta veces vómitos. Otras veces ponen de muy mal humor al chico, ya que obstruyen las vías aéreas superiores, dificultando la respiración, interrumpiendo el sueño y generando un caos hogareño…
Pero, sin duda alguna, la complicación más temida en este tema (y la menos frecuente) es el de la sobreinfección bacteriana de los mocos, que puede dar origen a cuadros de otitis, sinusitis, bronquitis, y hasta en algún caso raro, neumonía. En todos estos casos están indicados los antibióticos, que rápidamente resuelven la situación.
“HAY QUE HACERLE BAÑOS DE VAPOR… ”
Pretender evitar que los chicos tengan mocos, es casi imposible. Intentar eliminarlos “a voluntad”, también. Pero sabemos que existen algunas estrategias para “ayudar a pasarla mejor”. Ellas son:
- Baños de vapor (práctica tan popular entre padres e hijos….): Consiste en exponer al chico a una atmósfera húmeda y calentita, logrando que los mocos se disuelvan (“derretimiento”) facilitándose su eliminación. Son muy beneficiosos, y aconsejamos hacerlos en forma frecuente y por un lapso de tiempo breve (“cortitos y seguidos”).
- Nebulizaciones: Constituyen otra opción para fluidificar y deshacerse más fácilmente de los mocos. Se realizan sólo con solución fisiológica, y sólo cuando el chico “lo permite” (la mayoría de ellos se resiste heroicamente…)
- Aspiradores nasales: Ayudan a extraer los mocos más “superficiales” de la nariz. Son “torturantes” y en algunos casos lastiman el interior de las fosas nasales.
- Jarabes mucolíticos: Hay muchos y de todas las marcas y sabores. Tienen poca acción real, actuando más como “tranquilizadores” de los padres, que ayudando a aliviar al chico (efecto placebo).