Se acercan los dos años de vida y ante el mínimo ademán de señalarse el pañal y emitir la “palabra mágica: caca”, se produce en la familia un revuelo general e inmediatamente se comienza a “motivar” al pequeño para que aprenda a hacer “sus necesidades donde corresponde”.
Esta estrategia nada tiene que ver con lo que él necesita, con sus tiempos, recién está comenzando a dar sus primeros pasos en el tema y los mayores creen que debe lograrlo lo antes posible. Se entabla así una disputa entre padres y chicos, en la que muchas veces todos salen perdiendo. Veamos entonces algunos aspectos relacionados con el “control de esfínteres”.
“TODAVÍA NO PIDE”
Sabemos que los chicos pasan por cuatro etapas o momentos evolutivos en relación al control.
La primera es la que va desde que nacen hasta aproximadamente los 15-18 meses: no existe registro del pis y la caca como algo ajeno a su cuerpo que genera molestias, forma parte de él.
En una segunda etapa de 18 a 21 meses: el chico se “despierta en el tema”, manifesta incomodidad y asco al percibir que “se hizo encima” y pide ser cambiado con cierta urgencia, demostrándonos que tomó conciencia del asunto pero después de haberse hecho encima. Los adultos en este momento ya confunden la situación del chico y se empeñan en “adiestrarlo” para que deje los pañales.
“TE TRAJIMOS UNA PELELA”
Los papas compran una pelela, la ropa interior con la estampa de algún famoso y aparecen los regalos y recompensas que premiarán la proeza infantil. En la tercera etapa el chico percibe el momento en el que hace pis o caca y hasta puede anticiparse. Ya en la cuarta etapa, pasados los 2 años/ 2 años y medio (en las niñas, retrasándose algo más en los varoncitos) ya hay un deseo y una decisión de usar la pelela o el inodoro.
“QUE USE LOS CALZONCILLOS COMO PAPI…”
Lo cierto es que, en un momento dado los chicos comienzan a transitar la “recta final” hasta dejar los pañales.
Es importante que este proceso sea lo más natural posible, de tal manera que el chico lo resuelva por sí solo, en forma autónoma, sin responder al deseo de los adultos.
Habitualmente el entorno familiar “presiona” para que el “hecho se concrete”, generando en el chico una sensación de “ deber o de cumplir” que es contraproducente. Muchos chicos aceptan estas reglas y dejan los pañales en forma correcta y exitosa, le dan alegría a las mamás, abuelas y tías y un alivio económico al papá……pero en muchos otros chicos fracasan en el intento.
“PARA HACER CACA ME PIDE QUE LE PONGA EL PAÑAL”
Muchos chicos no logran dejar lo pañales como se esperaba, presentan cuadros de retención urinaria, escapes de orina (enuresis), constipación o incluso chicos que se niegan a hacer caca a menos que les pongan el pañal. Cada una de estas situaciones aparecen, por la sencilla razón de que aún no está lo suficientemente preparado para dar este gran paso, o porque sus tiempos son otros o por coincidir en esta etapa con alguna situación conflictiva familiar: separación, enfermedad importante del chico o a de alguien cercano o alguna otra cuestión que lo afecte.
“YA TIENE TRES AÑOS Y NO LOS QUIERE DEJAR”
Insistimos entonces en la necesidad de darle el tiempo que necesite y elegir el momento apropiado, incluso aún pasando los tres años, lo cual también es normal y no debe avergonzar a los papás.
En relación al control nocturno, es normal que se demore un poco más que el diurno, por lo que podemos dejar pañales de noche hasta que controle desoyendo aquella frase que subestima a los chicos sobre que “ hay que sacarle todo junto, de día y de noche, para que no se confunda”.
“DOCTOR…¿CÓMO HAGO PARA SACÁRSELOS?”
Ante “tanto consejo dando vuelta” en relación al tema, recomendamos:
- Permitir que los chicos “manejen” la dejada de sus pañales, en tiempo y forma acorde a sus deseos y necesidades.
- Incentivar sin presionar sobre el tema , a través de libros, juegos, charlas y todo aquello que le facilite al chico “apropiarse del tema”
- Desoír consejos de extraños que en muchos casos, ni conocen al chico y sólo desean imponer principios de la crianza, actualmente obsoletos.
- Como siempre, acudir al consejo del Pediatra, quien conoce al chico y a la familia y tendrá la opinión profesional más adecuada para cada caso.