Si bien en algunas maternidades se desaconseja actualmente su uso en los recién nacidos, es un elemento “auxiliar” importantísimo para la crianza durante los primeros meses de vida.
A partir del año de vida juega otro papel en la vida del chico, siguen succionándolo y mordiéndolo como antes, pero ahora lo tienen como algo que los protege y los cuida, como “objeto acompañante”, les da seguridad. A través de la succión el bebé no sólo satisface su necesidad de alimentarse, sino que también descarga tensiones y obtiene mucho placer.
Con la aparición de los dientes, a partir del 6º mes de vida, comienza más a morder que a “chupar” y el chupete vuelve a ser un “compañero” importante porque puede usarlo como mordillo.
El uso del chupete es válido hasta un momento determinado, es una etapa, alrededor de los 2 años como máximo, a esta edad con la madurez que adquiere, las destrezas, las habilidades y los intereses que desarrolla, continuar con la succión es “casi inaceptable”.
Si el chico no lo deja espontáneamente, que es muy común, y ya está en etapa: ingresa al jardín de infantes, juega con amiguitos, asiste a cumpleaños, se hace entender con el juego/lenguaje, debe surgir como idea de los padres.
Evaluando que es el momento, una vez que fue planteada la decisión debe ser sostenida en el tiempo. Cuando se lleva a cabo con seguridad suele ser más sencillo de lo que se esperaba.